Siempre se ha dicho que lo importante no es ganar, sino que es participar. No estoy de acuerdo. Lo importante es ganar. Pero hay muchas maneras de ganar. No sólo gana el primero.

Todo aquel que consiga su objetivo, gana. Todo aquel que aun sin conseguirlo, lo intenta con todas sus fuerzas, gana. Todo aquel que aun sin tener un buen día o sintiéndose abandonado por sus fuerzas, acaba una prueba, gana. Y no todos ganan; también hay muchos que pierden.

El que sale sin ganas de ganar (-se), pierde. El que no disfruta de la prueba aunque sufra, pierde. El que abandona por no conseguir sus objetivos, pierde. El que no felicita al rival, pierde. Muchos más pierden que los que ganan, y no sé por qué.

Comprendo que para la alta competición de élite, parámetros como los que estoy enumerando pasen a ser relativos, pero parto de la base de que la mayoría de los lectores entran en una generalidad que nos remite a una sana competitividad más doméstica.

Si nos centramos en nosotros mismos, que es lo único que podemos controlar a voluntad, y durante la vigilia nada más, el hecho de querer participar en una prueba que nos presente la vida, y no sólo deportiva como nos viene a la cabeza al referirnos en estos términos, es decir, querer participar de verdad, ya es un éxito, ya es superarse, prepararse, disfrutar de todo ello y realizarse. Ya es ganar. Por eso afirmo que la verdadera moraleja que acompaña a cualquiera de nuestras actividades realizadas con pasión es que participar es ganar. Entre otras y cómo no, el deporte.

La gran mayoría nos quedaremos siempre sin la medalla o el trofeo, pero seremos vencedores en todos aquellos campos en que nos apliquemos. Y con el tiempo, se valorará cada vez más la ardua preparación que el resultado final, pues va implícito en la moraleja expuesta.

Aunque, ¡qué gusto que da la Gloria!, ¿verdad? Una moraleja no puede ser nunca una excusa, por favor. No se me malinterprete. Y andando, andando, el camino que se vaya recorriendo puede llevar a cualquiera a cotas altísimas. Bueno, a cualquiera, no; al que quiera llegar, pero sugiero que lo haga disfrutando y teniendo en cuenta la máxima del título de este escrito porque, de esa manera, se sentirá un triunfador en todo momento.

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